Llegaba tarde. Nuevamente había fallado sin saber muy bien cómo
ni por qué. Le molestaban mucho mis retrasos, mi impuntualidad, y otra vez lo
repetí. Varios días recordando segundo a segundo nuestra primera vez. Varios
días poniéndome a cien pensando en lo mismo, en esa vez. Qué difícil fue
centrarme en la reunión mientras veía sus pezones, duros como témpanos de
hielo, rasgando su vestido; su culo y
sus caderas contoneándose de lado a lado; sus labios carnosos, llenos de miel,
susurrando frases, vocablos. Mi verga creciendo cada vez más, atrapada en el
pantalón, mientras intentaba retener datos, pero no podía. Sólo pensaba en
poseerla.
Lo que me costó esa primera cita. Los nervios que llevaba a
cuestas mientras pulsaba el timbre, ese “ding-dong” de su puerta, de su casa.
Ese café, esos balances que a nadie le importaban, esas miradas y roces
espontáneos, y ese saber que ambos estábamos en el mismo juego, en el juego de
desatarnos.
La mano que se encuentra con su antebrazo , la mano que
juguetea con sus dedos, la mano que se posa en su muslo, que sube, que se
adentra, que nota cómo se estremece el cuerpo
de ella, que explora, que encuentra su premio, su almíbar.
Una mirada sucia, y a degüello a su cuello, a su boca, a su
oreja izquierda. Manos que utilizo para ponerla encima de mí, sobre mi miembro,
abarcando su culo, su redondo culo. Manos que suben, que soban, que desabrochan
su camisa con frenesí, con ansia. Sus pechos en mis manos, sus pechos
estrujados. Mi lengua, lamiendo su cuerpo, sus contornos, sus aureolas, y mi sexo que no puede más, que va a
reventar, con su mano que comienza a acariciarlo. Su mano que echa para un lado
las braguitas dejando entrever su raja, su mano que dirige mi pene hacia su
interior, hacia su cueva, con firmeza, con fuerza, y la cabalgada posterior,
los botes rítmicos, arrítmicos, gimiendo, susurrando, gritando, y poseyéndome.
4 minutos bastaron para caer extenuado, derramando todo en ella, en su secreto
cerrado. Taquicardia, sudor, sexo, pasión.
Ding-dong………ding-dong….. Ya no hay más dingdones. Llegaba
tarde.