20 ago 2012

Tarde


Llegaba tarde. Nuevamente había fallado sin saber muy bien cómo ni por qué. Le molestaban mucho mis retrasos, mi impuntualidad, y otra vez lo repetí. Varios días recordando segundo a segundo nuestra primera vez. Varios días poniéndome a cien pensando en lo mismo, en esa vez. Qué difícil fue centrarme en la reunión mientras veía sus pezones, duros como témpanos de hielo, rasgando su vestido;  su culo y sus caderas contoneándose de lado a lado; sus labios carnosos, llenos de miel, susurrando frases, vocablos. Mi verga creciendo cada vez más, atrapada en el pantalón, mientras intentaba retener datos, pero no podía. Sólo pensaba en poseerla.

Lo que me costó esa primera cita. Los nervios que llevaba a cuestas mientras pulsaba el timbre, ese “ding-dong” de su puerta, de su casa. Ese café, esos balances que a nadie le importaban, esas miradas y roces espontáneos, y ese saber que ambos estábamos en el mismo juego, en el juego de desatarnos.

La mano que se encuentra con su antebrazo , la mano que juguetea con sus dedos, la mano que se posa en su muslo, que sube, que se adentra, que nota cómo se estremece el cuerpo  de ella, que explora, que encuentra su premio, su almíbar.

Una mirada sucia, y a degüello a su cuello, a su boca, a su oreja izquierda. Manos que utilizo para ponerla encima de mí, sobre mi miembro, abarcando su culo, su redondo culo. Manos que suben, que soban, que desabrochan su camisa con frenesí, con ansia. Sus pechos en mis manos, sus pechos estrujados. Mi lengua, lamiendo su cuerpo, sus contornos, sus aureolas,  y mi sexo que no puede más, que va a reventar, con su mano que comienza a acariciarlo. Su mano que echa para un lado las braguitas dejando entrever su raja, su mano que dirige mi pene hacia su interior, hacia su cueva, con firmeza, con fuerza, y la cabalgada posterior, los botes rítmicos, arrítmicos, gimiendo, susurrando, gritando, y poseyéndome. 4 minutos bastaron para caer extenuado, derramando todo en ella, en su secreto cerrado. Taquicardia, sudor, sexo, pasión.

Ding-dong………ding-dong….. Ya no hay más dingdones. Llegaba tarde. 

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